sábado, 30 de mayo de 2015

Una Evita para nuestros marginales

Evita vive

1. 

Conocí a Evita en un hotel del bajo, ¡hace ya tantos años! Yo vivía, bueno, vivía, estaba con un marinero negro que me había levantado yirando por el puerto. Esa noche, recuerdo, era verano, febrero quizás, hacía mucho calor. Yo trabajaba en un bar nocturno, atendiendo la caja hasta las tres de la mañana. Pero esa noche justo me peleé, con la Lelé, ay la Lelé, una marica envidiosa que me quería sacar todos los tipos. Estábamos agarrándonos de las mechas detrás del mostrador y justo apareció el patrón: "Tres días de suspensión, por bochinchera". Qué me importaba, rapidito me volví para la pieza, abro... y me la encuentro a ella, con el negro. Claro, en el primer momento me indigné, además ya venía engranada de pelearme con la otra y casi me le tiro encima sin mirarla siquiera, pero el negro –dulcísimo– me dirigió una mirada toda sensual y me dijo algo así como: "Veníte que para vos también alcanza". Bueno, en realidad, no mentía, con el negro era yo la que abandonaba por cansancio, pero en el primer momento, qué sé yo, los celos, el hogar, la cosa que le dije: "Bueno, está bien, pero ésta ¿quién es?".

Un dilema grave y pesado ¿De qué hablamos cuando hablamos de la clase obrera?


Hermética, Ácido argentino (1991)


Gil trabajador




El tormento del vino artificial
y su atmósfera parrillera
anestesian la conciencia común, 
que transcurre su infancia
en la tierra estomacal 

Masticando esta siniestra heredad, 
prisionero estoy en mi ciudad natal
donando sangre al antojo de un patrón
por un misero sueldo 

Con el cual no logro esquivar
el trago amargo de este mal momento. 
Mientras el mundo, policía y ladrón, 
me bautizan sonriendo, gil trabajador. 

Bestia humana que duermes aún
de la cuna al ataud, 
extraviada del rumbo a seguir
por ignorar que no existe el fin
del que escapar. 

De Pacheco a la Paternal, 
de Dock Sud a 3 de Febrero, 
mil amigos con el corazón
esperan esta canción 

Para atravesar
el trago amargo de este mal momento
Mientras el mundo, policía y ladrón, 
me bautizan sonriendo, gil trabajador. 

Gil, gil trabajador.


(Ricardo Iorio)