La revista Contorno nació a partir de la inquietud de algunos jóvenes intelectuales de izquierda por el estudio de la cultura nacional, y especificamente el peronismo. Brindó una nueva forma de analizar el fenómeno en su profunda dimensión, entendiéndolo como un periodo de transformaciones que atravesaron transversalmente a la totalidad de la sociedad, que no solo no han reformulado su status quo, sino que le otorgaron vitalidad posibilitando su continuidad. Desde esta perspectiva, la publicación se diferenció marcadamente del resto del mundo intelectual empeñado en develar el “intrincado simulacro” de una época signada por la mentira y la “puesta en escena”
Este
esfuerzo por “comprender” elementos complejos sin reduccionismos significó
también entrar en conflicto con el marco referencial hasta allí predominate. Si
hubo algo distintivo en el grupo. fue sin dudas la renovación en los estudios
de la producción cultural nacional y la centralidad del enfoque de clase,
compromiso ideológica y prisma con que se observó la época.
Los paradigmáticos
números 7 y 8 de julio de 1956 expresaron los elementos centrales de esta
formulación. Allí, Ismael Viñas con Miedos, complejos
y malos entendidos[1] sugiere que las
transformaciones durante el decenio peronista no presentaron un contenido
revolucionario, por el contrario, lo interrumpieron "normalizando" la
sustancia vital movilizadora de las jornadas de 1945. Sin embargo, las
circunstancias políticas marcaron ciertos limites que no dejaron completar del
todo este "desvío". En efecto, Perón nunca pudo prescindir de la
capacidad movilizadora de la clase obrera, por el contrario, la fallida alianza
de clases lo hizo depender cada vez más de este factor. De esta forma, debió
interpelar a este sector durante todo el decenio sin abandonar el léxico
propio del mito de origen, manteniendo vivas palabras y postulados
revolucionarios, al menos discursivamente. Es en este impedimento que el
grupo Contorno descubrió el mayor aporte que el
peronismo hizo a la clase obrera, formulando un aprendizaje
necesario para un futuro de liberación.
¿Desvío momentáneo o ambigüedad intrínseca?
Viñas entiende
al peronismo como una puesta en escena. Podría aparentar un punto de
confluencia con Borges y sus colegas de la revista Sur, aunque
las diferencias son marcadas en cuanto al relato de su génesis y su devenir. Siguiendo su razonamiento, el 17 de Octubre fue el momento donde los
trabajadores se constituyeron en clase descubriendo su propia subjetividad.
Así, alejados de aquel “virtuosismo revolucionario burgués” bastión de las
agrupaciones de izquierda, la clase trabajadora adoptó rasgos originales
producidos por su propia experiencia[2]. Sin embargo, las gloriosas
jornadas contenían su propio certificado de defunción. Aquella fecunda masa se
dio para sí una forma de liderazgo que al institucionalizarse, buscó
"corregir" su contenido revolucionario y desvió aquello que pudo ser.
La epopeya obrera terminó por ser la consolidación de un movimiento que
neutralizó el conflicto de clases y mitificó la figura de su líder. En este
sentido, la justicia social y la integración de sectores populares a la
producción y consumo de bienes no establecieron para Viñas cambios
estructurales, ya que se inscribieron en un plano pequeño burgués de
individualismo y riqueza personal. Así, "el peronismo ha sido un
malentendído más en la historia argentina, que una y otra vez hace
prevalecer el interés sectorial por el bienestar general”. Éste “artificio
burgués” devolvió a la Argentina y a los sectores obreros a las condiciones
previas a 1943 y Perón con su política redistributiva no hizo más que extraviar
el destino revolucionario de la clase trabajadora. Las transformaciones
culturales del periodo, es decir, el nuevo estilo de vida despojado de
seriedad e inhibiciones producto del ascenso y la presión de las clases
populares estarían inscriptas para Viñas, dentro de un proceso
global a nivel mundial el cual Perón supo leer y se sirvió de sus
beneficios.
Si
en Miedos, complejos y malos entendidos Perón apartó al pueblo
de la revolución ¿ la posterior aparición de un discurso clasista entre sus
militantes fue en realidad un resabio anterior? ¿o es que la doctrina manteniendo
oculta la contradicción irresuelta entre la idea de alianza con las relaciones
de producción en las fábricas posibilitó abrir una hendija para su activación
durante los ´60?
El historiador
Daniel James explica que a partir de la Resistencia se originó una forma
particular de subjetividad militante en la dirigencia obrera de base
caracterizada por la resignificación de los ideales tradicionales del discurso
peronista (justicia social y armonía de clases) y el surgimiento de un “contradiscurso”
clasista derivado de carencias morales y del malestar vivenciado en las
fabricas o talleres (huelgas, sabotajes) donde la doctrina peronista no ofrecía
respuestas.[3] Lejos de una
fusión, estos elementos se hallaban en tensión. La Resistencia generó una estructura
de sentimiento específica conformada a partir de de la convivencia de
significados y valores tal como se los vivió y sintió, una subjetividad
elaborada de orgullo, angustia, solidaridad y poder de clase.
El
conflicto directo contra el sector empresario y la represión estatal durante
esos años generaron valores y opciones morales derivados de la
experiencia concreta en las fábricas. Es lo que recoge la “realidad-ficción” ¿Quién mató a
Rosendo? de Rodolfo Walsh, disparando una serie de significados que
circularon en tiempos de la Resistencia cuya lectura establecen un contrapunto
con las ideas de Viñas. Son las biografías de Raimundo, Zalazar, Granato y el
mismo Blajaquis que nos transmiten la marca de una época idealizada construida
a partir de la apropiación selectiva de elementos incorporados a un ideal de sociedad
futura latiendo en los delegados de las fábricas, lejos de la burocracia
sindical. En aquel limbo temporal se configuraron nuevos significantes que han atravesado
la cultura nacional hasta llegar a nuestros días. Peronistas, hombres de
acción, entendidos en huelgas, “caños” y sabotajes, alojaron una rara
coexistencia de ideología y conciencia práctica. Para ellos, hubo un
tiempo en el que la revolución bajo de su torre de marfil para ensuciarse con
la grasa de las maquinas, conviviendo en conflicto con otro elemento ideológico
central del movimiento peronista: la armonía de clases. Lejos de pensar esta
relación como una incongruencia, entendemos que ha sido la manera específica de
una apropiación adoptada a partir de las condiciones existentes y tal como
ellas fueron experimentadas.
Las
letras y la fábrica fueron fuente de una subjetividad revolucionaria. Dos
ámbitos distintos, por lo general contrapuestos, pero para el caso analizado
confluyendo, desde una generación de intelectuales críticos de izquierda y las
bases obreras peronistas.
[1] Viñas Ismael 1956: Miedos, complejos
y malosentendidos en Contorno Nº 7/8
[2] Para
Raymond Williams, la estructura de sentimiento es una hipótesis cultural que
permite leer estrategias simbólicas y de representación a partir de la forma en
que fueron vividas, experimentadas. En Williams, R., Marxismo y
Literatura, pág. 132. Las Cuarenta, Buenos Aires 2009.
[3] James,
D., Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora
argentina 1946-1976. Siglo XXI, Buenos Aires 2006.
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